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das Mystische 2.1

ROJO

ROJO

Apenas como un juego de cortes de luz, de cortocircuitos voluntarios, que suponen, entre líneas, cierta declaración de principios, una escala o una incapacidad permanente, un desplazamiento de la sombra a la luz, de la luz a la sombra, y viceversa. “El silencio que se extiende a partir de la última palabra (nos muestra la poesía de la argentina Liliana Alemán, en su poema Wittgenstein, Italia, 1918), lo que no se entiende y se abandona y entonces surge a los ojos como un cuerpo hermoso, desnudo”. Porque “el mundo no puede ser esto”, piensa Liliana que pensaba Wittgenstein entonces, “el mundo tiene que ser otra cosa”. Y ahora, lo posible, no puede ser, eternamente, posible y permanente; la noticia de los datos no debe ser, para siempre, la destrucción dolorosa de un mundo. Para poder aplicar este programa el cuerpo se acomoda a gestos y a horarios muy estrictos, a estructuras más rígidas, y los objetos adoptan coloraciones de pureza y se vuelven homogéneos y sutiles, parecen narrar una historia, una novela fantástica, en una mezcla de soledad y belleza que acerca la mirada hacia la deseada “luz blanca”. Mientras tanto, al otro lado del espejo, otros hombres permanecen bajo la vidriera de color rojizo, en una variación (metáfora y sentido) del mito de la caverna platónica. “Imagínate –escribe Wittgenstein- un ser humano que desde su nacimiento vive siempre en una estancia en la que la luz entra sólo a través de cristales rojos. Éste quizá no se pueda imaginar que haya otra luz que la suya (la roja), considerará la cualidad roja como esencial a la luz, en cierto sentido no notará en absoluto la rojez de la luz que le rodea”. ¿Una versión mística de la vieja y ajada sociedad del espectáculo? Pero Debord abandonaba la caverna, y los medios de producción de la fiesta, en busca de luces ajenas. Apenas como un juego de cortes de luz, de cortocircuitos voluntarios, que suponen, entre líneas, cierta declaración de principios, una escala o una incapacidad permanente, un desplazamiento de la luz a la sombra, de la sombra a la luz, y viceversa. Y si vuelvo de nuevo a esta morada no consigo descansar sobre la magia que muestra la medida intuitiva, lo que quiero retener como algo mío por encima de conceptos y noticias. ¿Volver al corazón de la poesía, de la pasión extraña, para tratar de alcanzar lo inalcanzable? En Conversación con Wittgenstein, el poeta Jaime Siles utiliza también las palabras, aunque uno pudiera preguntarse: ¿Utiliza también las palabras? A su manera, conversa Siles con el filósofo austriaco: “¿Qué es lo expresado?/Esto: lo inexpresable./Porque lo inexplicable es lo único/que nosotros podemos expresar. Lo demás/como sabe muy bien/sólo es lenguaje”. Y todas las mareas de este juego, de este interrogante transparente, me hacen redimir a un extranjero (¡a mi yo perdido, a mí mismo de nuevo!) tanteando en las variantes del desierto, descuidado entre las hojas misteriosas, mientras la habitación se calla y se apagan cansadas las luces, cuando me siento seguro y suplico la llegada inesperada de la noche.

1 comentario

Cayetano -

Encantado de leerle de nuevo señor Enrique. No quiero aburrirle con largas explicaciones: En realidad una excusa para ocultar mi pereza a estas horas e incapacidad de escribir un comentario sobre un texto,¡Que cojones! tengo que decirlo, que me ha emocionado.

Abrazos desde la habitación blanca.